Ven con fe. Vete con esperanza.
Dios escucha nuestras oraciones por la renovación de nuestra Iglesia. Él les responderá a través de una transformación de nuestros corazones que cambiará nuestras vidas. El X Congreso Eucarístico Nacional es una invitación a experimentar una profunda renovación personal para que podamos ser enviados a compartir el amor de Cristo con un mundo que lo necesita desesperadamente.
Tanto si puedes venir un día como si puedes venir los cinco, únete a nosotros en este momento generacional.
Se trata de un momento crucial tanto en la historia de Estados Unidos como en el legado de la Iglesia católica. Esperamos decenas de miles de peregrinos, pero las plazas son limitadas. Jesucristo estará allí. ¿Estarás tú?
Jesús nos llama a volver a nuestro primer amor para un nuevo Pentecostés. Tu vida -y nuestra Iglesia- ¡nunca volverán a ser las mismas!
Cada día del Congreso está repleto de oportunidades para la transformación personal y la vivificación de la comunidad católica. Venga un día o venga todo el día, pero no se pierda el momento de la Iglesia.
Se trata de una reunión de toda la Iglesia, y tú eres un miembro importante. Aunque no puedas venir los cinco días, te invitamos a formar parte de este momento histórico de la manera que te sea posible, ya sea viniendo el fin de semana o un solo día.
El Espíritu Santo está invitando a la Iglesia en los EE.UU. a encontrar la unidad y la renovación a través de un movimiento de base que llamamos el Renacimiento. Discernido y convocado por los obispos de EE.UU., este movimiento está reavivando una fe viva en los corazones de los católicos de toda América y desencadenará un nuevo capítulo misionero en este momento crucial de la historia de la Iglesia.
Únete a miles de tus hermanos y hermanas católicos mientras caminamos junto a nuestro Señor en el Santísimo Sacramento, profesando públicamente nuestra fe y dando testimonio al mundo de que Jesús es un Rey al que merece la pena seguir.
El Congreso cumplirá, en un momento, la visión del Avivamiento Eucarístico. Juntos nos encontraremos con Jesucristo vivo, experimentaremos la renovación y seremos enviados "para la vida del mundo". A lo largo de estos cinco días, nuestra Iglesia experimentará un nuevo Pentecostés y será ungida para el Año de la Misión que se avecina.